Niveles de lengua

Una de las iniciativas del MCER para alcanzar sus objetivos son los niveles de competencia lingüística. Con base en ellos se elaboran los programas de enseñanza de lenguas y sistemas de certificados y diplomas. Así, independientemente del país, del método y de la institución donde se adquiera la lengua, se asegura una continuidad y coherencia en los contenidos y las evaluaciones. Se facilita la comunicación y la transparencia entre profesores, alumnos e instituciones. Y principalmente la movilidad, como mencionaba en la entrada en este blog sobre el Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas (MCER).

 

Plan curricular del Instituto Cervantes. Los niveles de referencia para el español

Los niveles comunes de referencia son seis (desde A1 hasta C2) y se agrupan en tres bloques: A (usuario básico), B (usuario independiente) y C (usuario competente).

Los niveles son dos por bloque, de la siguiente manera: A1 (acceso), A2(plataforma), B1 (umbral), B2(avanzado), C1 (dominio operativo eficaz) y C2 (maestría).

Para cada uno de estos niveles existen descripciones detalladas de lo que el estudiante debe poder hacer al final de cada nivel. Estas destrezas y conocimientos vienen clasificados en tablas que se pueden consultar. Esta es una muy buena manera de gestionar el plan de estudio y los objetivos. También facilita al estudiante la autoevaluación y una participación más activa en su proceso de aprendizaje. Así, no solamente facilita temas como lala movilidad, tanto estudiantil como profesoral, y la homologación de títulos emitidos por entidades acreditadas, sino que contribuye a la transformación del papel del profesor y del estudiante en el aula. Pasando el primero a ser, además, un guía experto que acompaña en el camino de aprender la lengua meta; y el segundo a ser un agente propositivo y responsable de su camino de aprendizaje.

El marco describe conocimientos, destrezas, habilidades y competencias del alumno usuario. Normalmente nos enfocamos en las competencias lingüísticas, referidas a la gramática, el léxico, la ortografía, por ejemplo. Hasta hace muy poco solíamos enfocarnos principalmente en estos aspectos, a pesar de que no es nada nuevo en la pedagogía y la didáctica el papel que juegan muchas otras características personales, sociales y grupales a la hora de aprender.

Atender las necesidades del alumnado en grupos de tamaño grande y heterogéneos ha sido uno de los retos más grandes de un profesor. En ofertas como la de Spanisch-hoy donde desde hace un tiempo las personas llegan buscando atención personalizada en clases individuales o en grupos pequeños, es naturalmente mucho más efectivo y eficiente el seguimiento de los avances del aprendiz de lengua y la promoción de sus competencias individuales.

En la dinámica en vivo y en directo de una clase, es claro que no siempre se va a poder ubicar al aprendiz de español clara y únicamente en uno de los niveles de lengua. Esto en la práctica se vuelve una zona de grises, las líneas de las tablas de nivel dejan de ser rectas para volverse sinuosas. Podemos hablar de que surgen subniveles de subniveles. Profesor y alumno deben aguzar el ojo para no perder el hilo conductor y aceptar que no todas las habilidades se desarrollan a la par, y aún así, es posible hablar de avance e ir fijando objetivos algo así como en un sistema de capas. Las habilidades son la comprensión auditiva y lectora, y la expresión oral y escrita. Con base en ellas se desarrolla y se evalúa el aprendizaje en cada uno de los niveles. Pertenecer a un nivel no significa tener todas las habilidades igualmente desarrolladas y fortificadas. Ver ese avance individual, no rígido, incluso amorfo en algunos momentos del proceso, es una de las cosas más bonitas que he podido vivir al trabajar en el aula ELE.

Fuentes consultadas:

  1. europa.eu
  2. cvc.cervantes.es

Foto: Plan curricular del Instituto Cervantes. Los niveles de referencia para el español

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